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El hombre caballo vía Paula Esquiva

Hola queridos, y también queridas. ¿Sabéis una cosa? Le estoy empezando a coger el gusto a esto de escribiros para compartir algunas de mis experiencias al otro lado del teléfono erótico. Si, y es que a veces sólo de recordar algunas de las situaciones me pongo ardiendo. Con deciros que en ocasiones tengo que parar para consolarme un poquito. Eso si no suena el teléfono caliente, porque si es así me como al que está al otro lado de la línea erótica. O a la otra. Hay de todo. Pero sobre todo gente sexualmente activa y con ganas de pasarlo muy bien, ¡como yo!.

MI AMANTE NOCTURNO EN MI LINEA ERÓTICA

Y el motivo que me ha hecho ponerme delante de la pantalla y con las manos en el teclado fue la última y satisfactoria llamada de anoche. La del hombre-caballo, como bauticé a mi amante nocturno.

Y ya imaginareis el motivo de ese apodo cariñoso. Si, la tenía súper larga, no demasiado gorda, pero larguísima. Uno de esos casos que te encuentras pero que además tienen verdaderos problemas a la hora de follar. Sin embargo a mi, me encantan los retos!

Me acaba de dar un baño relajante mientras saboreaba un buen vino, cuando sonó el teléfono erótico.

• Hola Paula. ¿Eres tu?

• Si cielo, soy Paula.

• Encantando, me llamo Miguel. Un joven de 25 años que ahora mismo se sube por las paredes.

¡Vaya! ¿Y eso?

• Pues chica, lo de siempre, y por favor no te rías. Cada vez que conozco a una chica y consigo traerla a casa, me quedo con las ganas.

• ¿Por qué?

• Pues porque cuando ven crecer mi polla al excitarse mucho, se asustan, se visten y se van.

• Que curioso. Lo que darían muchos por tener ese problema.

• No, en serio, es un verdadero problema.

• Te creo, te creo. Pero a mi me gustan así.

• Pues menos mal, serás la única.

Estoy acostumbrada a muchas fanfarronadas, pero la voz de este chico me indicaba que era verdad, que lo que tenía era un problema, y “largo”. Ya una se acostumbra a captar rápidamente quien miente y quien no. Este pobre estaba entre caliente y deprimido. Y a mi me gusta consolar como sea.

• Pero cielo, que les asusta? Si no es gorda, gorda. Pues no les hará daño.

• Se creen que se las voy a meter entera, y eso es imposible. Ya ni las putas me hacen caso.

• Pero hay maneras y maneras, se empuja del todo, y ya está, es genial que sobre y que no falte.

• Ya, pero es más un problema de “vista”, cuando la ven, se asustan.

• ¡Qué tontería!

• Si, ya, tontería, pero la mayoría de las veces me quedo con un calentón que me arden los huevos.

• ¿Y comértela?

• Pasa casi lo mismo, se creerán que se van a atragantar o algo así.

• Bueno, tampoco hay que comérsela entera.

• Ya, si es lo que les digo. Pero muchas a la mitad se paran.

• Yo creo amor que andas con chicas demasiado exquisitas.

• Será. Las mejores experiencias las he tenido con amigas de mi madre.

• Eso si que da morbo.

• Si, mucho, cuando voy a su casa, sobre todo en verano, me meto en la piscina, pero de vez en cuando me bajo el bañador como quien no quiere la cosa y alucinan.

Luego disimuladamente me dejan el número de teléfono móvil por cualquier parte para que las llame y les haga una visita. A este paso me voy a hacer gigoló con las maduritas.

• Pues no es mal plan.

• Ya, pero es que prefiero elegir yo. Lo malo es que parece que se ha corrido la voz en la Universidad, y cada vez es más complicado.

• Bueno, pero cielo, ahora estamos los dos solitos, y esa polla culebrera no se puede quedar así.

• Ya casi se me ha ido el calentón.

• ¿Si? Pues volvamos un poquito a la acción. ¿Te parece?

• De eso se trata, a ver si tu, con tu experiencia, bueno, ya sabes.

• Si, ya sé. No hace falta que te expliques más.

• Es que viendo tus fotitos tan sugerentes me imagino como sería que tus labios me lamieran la polla, aunque sólo sea la punta.

• Y un poco más ¿No?

• Si, si, y ponerla entre esas tetas tan blanquitas que tienes.

• Claro cielo, será un placer sentir una buena polla como la tuya. La abrazaré entre mis tetas, eso me encanta, me pone a cien. Y si la tienes larga ya verás. Habrá sorpresa.

• Que bien suena eso de sorpresa.

• Las sorpresas son lo mejor del sexo, no cabe duda.

• Ni que lo digas, ya me estoy empezando a tocar, tienes una voz tan sexy y actúas con tanta naturalidad.

• Bueno, es que me gusta, ese el secreto. Me encanta el sexo.

• Ya somos dos.

• Yo también estoy dejando deslizar mi dedo por debajo de las braguitas.

• Que rico, quien pudiera comértelo

• Pues tu por ejemplo, no me importaría nada.

• Una buena manera de empezar.

• Si, además antes de que se me asusten las suelo dar todo tipo de caprichos, y eso de lamerles el clítoris les encanta tanto como a mi.

• ¿Y a quién no?

• A todas, y la que diga lo contrario miente. Mira, ahora mismo me quitaré toda la ropa para estar más cómodo.

• Perfecto, así se hace. ¿Para qué ropa?

• Yo haré lo mismo, fuera lencería.

• Y ahora si que me gustaría bajar al pilón un rato. Me excita mucho lamer los juguitos.

• Claro, como no.

Era de los primeros que no se andaba con rodeos. Quería comérmelo y yo encantada. Me dijo que me tumbara, como masajeaba mis tetas y como llegaba a comérmelo todo sin parar.

Estuvo así un buen rato. Una delicia, ya que casi me corrí. Pero poco a poco iba escuchando el sonido de cómo se la cogía con una mano, era lo mismo que si se estuviera cruzando de piernas. Así que entré de nuevo en el juego. Tenía muchas ganas de cogerle la manguera.

• Cielo, me haces estar en la gloría. Lo comes de maravilla.

• Si, de eso no se quejan nunca, lo malo es después.

• ¿Cuando la ven excitada?

• Si, al principio les hace gracia, pero cuando intento meterla. Es cuando se van de rositas. Y ahí me quedo yo sólo machacándomela.

• Supongo que a dos manos.

• Claro, no hay otra manera.

• Pues yo ahora daría lo que no tengo por estar sentada frente a ti y cogértela como si fuera un tótem sagrado.

• Eso no me lo han dicho nunca.

• Pues a mi me encantará. Si. Y quiero.

• Está casi del todo empalmada. Falta muy poquito para que se ponga entera como un sable.

• Mejor, así me dará más morbo. Quiero cogerla con las dos manos, desde abajo, y con mis manitas ir pajeandotela, arriba y abajo. Tengo los dedos llenos de jugos, lo que me lo pone más fácil. Es una pasada.

• Sigue.

• Claro, no hemos hecho más que empezar. Ahora un poco más deprisa, pero cuando llego abajo me detengo en tus huevos, los masajeo y vuelta a subir.

• Um, que placer, me entran como una especie de cosquillas que no había tenido antes. Ya empiezan las sorpresas!

• Pues eso no es nada amor, yo disfruto con tu polla que la imagino dura y bien erecta. Y no puedo resistir el acercar mi boquita a tu glande.

• Bien, bien, vas muy bien.

• Está húmeda, como a mi me gusta, pero yo te la voy a ensalivar entera.

• ¿Entera?

• Si. ¿Dónde está el problema?

• Nada, nada, yo no digo nada, sólo disfruto.

• Eso es lo que debes hacer, yo también voy a disfrutar pasando mi lengua por tu pedazo de falo, no va a quedar ni un centímetro sin que lo lama.

• Ahora si que está dura del todo. Eres muy activa. Me gusta.

• Pues viene lo mejor, porque mientas te la lamo, no paro de pajearla, pero ya quiero empezar a probarla, así que poco a poco, empiezo a chupar.

• Qué rico!

ACARICIANDO UN CONSOLADOR ENORME

Había cogido un consolador enorme, de esos que te los compras pero nunca sabes cuando los vas a utilizar, y esta era la ocasión perfecta.

Lo lamía con muchas ansias, las mismas con la que deseaba llevármelo a acariciar mi clítoris y a probarlo concienzudamente dentro de mi.

Mientras, él, gozaba como quien está por primera vez con una mujer. Yo quería sentir una polla así, total, daño no me iba a hacer, me gusta que lleguen hasta el fondo.

• Esta ardiendo cielo, ¡que bien me la cascas y como me la chupas!.

• Ahora saco la boca de tu polla, pero quiero que te pongas encima de mi, si, como si fueras a follarme, pero un poco más hacía mi cara, que tu polla quede entre mis tetas.

• Porque parte?

• Pues justo que la punta esté en mi boca.

• Perfecto, ya!

• Fenomenal, porque ahora te la abrazaré con mis tetas, podrás notar los duros que tengo los pezones y sobre todo como lo hago todo chupándotela.

• Jo, que habilidad, tu si que sabes como dar placer a los hombres.

• Y a mi misma, estoy deseando sentirla dentro. Pero quiero que cuando la metas esté muy caliente.

• Ahora arde.

• Pues más aún. Quiero que me queme.

• Te va a abrasar

• Eso deseo.

• Voy allá, ¡ábrete bien de piernas!

• Me encanta siempre que escucho esa frase.

• Pero bien, voy a meterla de un tirón, abriéndote antes con dos deditos para que no haya problemas. Es como una lanza, dura y larga.

• Venga, vamos, ¡ya!

En ese momento se flexionó la espalda para dejar espacio entre su larga polla y mi coño. Entró como decía él, como una espada, pero como no era gorda, y con lo caliente que yo estaba, me supo a gloria.

Consiguió que la metiera a medias, su record, decía él.

• Hasta ahora no la había metido tan profundo. Sólo una puta brasileña me dejó que la metiera un poco menos que tu.

• Pues ahora no pares tu, quiero correrme contigo, que de esa polla tiene que salir un buen chorro de semen.

• Si, por eso no te preocupes, cantidad, mucha cantidad.

Cada vez notaba más fuerte su respiración. Estaba entusiasmado, ya no era el triste de al principio de la charla.

Por mi parte le di buen uso al consolador que jamás había usado. No imaginaba que algún día llegara a usarlo, y cuando menos me lo esperaba, en pleno coito, me corrí como una loca.

El seguía, y seguía, ponía todas sus ansias. Hasta que minutos más tarde se derrumbó contra mi cuerpo soltando un chorro de semen que se salía por todas partes.

Me encantaba estar empapada de esa manera, lo cogía con los dedos, lo chupaba, mientras él no dejaba de adularme.

Aquel joven me hizo ver lo desaprovechados que están algunos hombres, son hombres-caballo, con algunas dificultades por su larga polla, pero a mi me encantaría tener un novio así.

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