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Por delante y por detrás por Noelia Manfredi

Hola amores. ¿Qué tal la llegada de la primavera? Soy una fiel defensora del dicho que en la primavera la sangre altera, y lo digo en primer lugar por mi. Me siento más caliente que en otra época del año, que ya es decir. Y por otro lado porque mi teléfono erótico me da más de una alegría diaria.

Si, con la línea caliente no hay día que no llegue a los cuatro o cinco orgasmos con la compañía de algunos de vosotros, o de vosotras.

LA CHICA SIN ROSTRO

Me han preguntado mil veces porque a diferencia de otras compañeras de la línea caliente no enseño mi cara. Y es que soy una chica con familia, que pasa el día solita, hasta que llegan por la noche y además muy popular en el barrio. Con lo que si enseño mi rosto, mi vida no sería tan particular como lo es ahora. Tan excitante y repleta de experiencias sexuales maravillosas.

Además, os muestro lo mejor de mi. Mis dos tesoros, mis dos grandes tetas que Dios me ha dado, y que desde pequeña han sido la obsesión de los hombres.

Ya en el Instituto era la envidia de las otras chicas. Y ahora, de mayorcita, el oscuro objeto de deseo de hombres y mujeres.

Por fortuna mis pechos naturales me sirven en la vida para abrirme muchas puertas, y como afortunadamente tengo un cuerpo muy sexy, pues aprovecho.

Soy de las que van al gimnasio todos los días, me coloco ropa ceñida, y me encantan como me miran todos. Bueno, todos y todas. Algunas sé que por envidia, pero en otras adivino en su mirada que es por puro deseo. Eso si que me alegra el día!.

Y si a eso le unes que mi teléfono erótico no para de sonar, pues soy la mujer más feliz del mundo.

Aunque no tengo mucho tiempo, de vez en cuando me gusta contaros alguna experiencia, y es que ¿A quién se las voy a contar si no?. Mis amigas me envidian, me preguntan, pero no es plan de ir por ahí siempre de chica sexual, parece que no ven más cosas en mi. Así que ya les he dicho, que si tanto les atrae, que se dediquen a los mismo, pero se cortan. Ains, estas chicas.

Y se cortan como lo hizo en un principio una princesita que me llamó concretamente ayer.

UNA PRINCESA LLAMA A MI TELÉFONO ERÓTICO

Una chica más bien pija, educada, joven, según decía con buen cuerpo y con ganas de estar conmigo jugando. Y vaya que si jugamos. Las dos acabamos exhaustas, pero desde luego muy satisfechas.

• Hola! ¡Buenos días! ¿Eres Miriam? – saludaba una vocecita casi infantil, temerosa e inocente.

• Hola cielo, si, soy yo.

• La misma que la de las fotos

• La misma cielo.

• Bien, bien, yo soy Yolanda

• Encantada Yolanda ¿cómo estás?

• Bien, bien, gracias. Es que es la primera vez que hablo con una desconocida de estas líneas eróticas.

• Bueno, no pasa nada, ya verás como dentro de unos minutos ya no piensas que soy una desconocida.

• No sé, quizá no debería haber llamado- dijo muy nerviosa.

• No digas eso cielo, no es nada malo, ni extraño. Sólo es un teléfono para pasarlo bien, charlar, lo que desees.

• Es que verás, no es que busque sexo así, de repente, al fin y al cabo no te conozco.

• Pues tu me dirás entonces, soy todo oídos

• Verás, es que no sé bien si he hecho bien en llamar

• No digas eso cielo, algún motivo tendrás.

• Pues el motivo no es ni más ni menos que me he dado cuenta después de mucho tiempo que me gustan las mujeres. Siempre fue así, pero no he querido admitirlo.

• Bueno, ¿ves? No pasa nada. Es la cosa más normal del mundo. Además, no por eso eres un bicho raro.

• No, claro que no. Pero siempre me había resistido a creerlo.

• Bueno eso tus motivos tendrás. A mi también me gustan. No pasa nada.

• Ya pero la diferencia es que tu habrás estado alguna vez con alguna, supongo.

• Si, claro, por eso te confirmo que me gustan, y mucho

• Es que yo no he estado con ninguna. Y tengo ya 20 años! –respondió cambiando ya un poco el tono de niña tímida.

• Pero esas cosas se saben.

• Yo estoy segura casi al cien por cien. Ya he llegado un momento que estoy con los tíos casi por inercia, me gustan que no sean brutos, si no delicados, y aún así, pienso que son mujeres las que me acarician. Además cada vez me fijo más en sus cuerpos.

• Vaya, pues es una pena, las relaciones entre mujeres son muy placenteras, a mi entender más que con los tíos, eso sí, siempre que sepan lo que quieren.

• Yo quiero muchas cosas. Algunas antes pensaban que eran guarrerías, ya sabes, lo que se ve en las pelis porno, pero ahora lo deseo.

• Es que es lo natural cielo, al fin y al cabo no son vídeos de los que haya que escandalizarse.

• Bueno, hay algunos demasiado fuertes, no sé si sería capaz.

• ¿Cómo por ejemplo?

• Pues me asombra cuando una le mete a otra todo el puño por dentro, parece que es imposible.

• Nada es imposible, pero no vayas a pensar que debe ser así, hay mil maneras de estar con una chica sin necesidad de llegar a eso.

• Buff, es que ni me pone, es un poco salvaje.

Ella se empezaba a tranquilizar. Tenía al otro lado del teléfono erótico a la clásica persona que no quería salir del armario, no creo que fuera por cierta curiosidad. Y eso siempre es una responsabilidad. Ella poco a poco continuó abriéndose a mi.

• Yo soy más de cuerpos bonitos, de ver esas caricias y besos maravillosos, de cómo se excitan entre ellas, de todo ese cortejo, no sé si me explico.

• Perfectamente amor, siempre los preliminares son algo especialmente atractivo, además sin ellos, no hay pasión posterior, ni deseo.

• Eso pienso yo. Pero no sé como será cuando tenga oportunidad. Hasta ahora las he rechazado a las chicas que se me han acercado por miedo, no sabes cuanto me arrepiento. Luego llegaba a casa y me masturbaba pensando en ellas y como debería haber sido. Siempre he tenido la suerte de contar con admiradoras muy sexys.

• Pues tranquila, no van a desaparecer.

• No sé, ya veremos.

• Te lo digo yo. Siempre que estés más receptiva, claro.

• Ahora si lo estaré, no sé, no puedo seguir así. Ni creo que sea bueno.

• Desde luego que no es.

• A veces creo que me voy a volver loca, es como si necesitara que una mujer me besara, me acariciara, me hiciera suya.

• Um, nena, no olvides que a mi me gustan las mujeres.

• Lo sé, lo sé, y no entiendo muy bien como sin conocerte te cuento estas cosas.

• Precisamente porque sabes que no se las contaré a nadie.

• Eres ya como mi amiga. Las de verdad no lo saben, claro. Se creen que me voy a casar con un tío guapo y rico. Que no son ni más ni menos con los que he estado.

• Pues creo que no será así.

• No, no quiero, quiero sentir como disfrutar con una mujer. Así, con bonito cuerpo y con una voz sexy, como tu.

• ¿Y qué te impide que sea yo?

• Pues que no creo que te guste jugar un poco con una novata.

•  Eso es presuponer mucho.

• Es lo que pienso.

• Pues no, según me hablabas de lo que necesitas, me estabas excitando. Te veo tan deseosa de sexo pero a la vez de cariño y mimitos.

• Si, si, mimitos.

• Pues relájate cielo, relájate. Quiero ser yo quien te los de.

Yolanda asintió con una pícara sonrisa. La imagina deseosa, pero también intranquila, no sabía muy bien como empezar con una chica que jamás había estado con otra. Todo era cuestión de ir viendo como se desarrollaba la situación. A mi me daba mucho morbo jugar con una principiante. Luego suelen ser las más pasionales.

• Yolanda, quiero que sepas que ahora mismo estoy sólo con lencería. Tengo un cuerpo sexy, una carita bonita y bueno, mi pecho ya lo ves.

• Si, si lo veo, es grande, me gusta así, a pesar de que yo no llegue a la talla 90.

• Eso da lo mismo, deseo acariciarte. Si, desplazar las yemas de mis manos por tu carita, rodear tus labios, tus mejillas, y después llegar a tu nuca. Lugar donde me gustaría darte un pequeño masaje.

• Que erótico es todo, siento escalofríos. Es como si estuvieras a mi lado, tu voz es tan cercana.

• Estoy a tu lado amor, sin dejar de pasear mis dedos por tu piel. Sin dejar de mirarte a los ojos, y ahora besándote.

• ¿Quién me lo iba a decir? Me gusta, eres tan dulce. Tengo calores, así que fuera la ropa, me quedaré en lencería, como tu.

• Si, perfecto, así sentirás mejor mis caricias. Ahora son tus hombros, los cojo, los masajeo, los traigo un poquito hacia mi, y tu te dejas llevar con los ojos cerrados.

• Lo hago, lo hago, me dejo llevar.

• Buena chica, no dejes que tus prejuicios puedan estropear este momento.

• Para nada cielo, eres una diosa, me encantas. Quiero que seas tu quien me conduzca al camino del placer. Ya estoy empapada, y eso no me pasa todos los días.

• Es la situación querida.

• Pues bendita situación. Si supieras lo bien que me estoy sintiendo.

• Como yo cielo, por tu inocencia, esa voz tan angelical, y el cuerpo que imagino que tienes, quiero que seas mi princesa.

• Que bonito, jamás me han tratado y comprendido así de bien.

• Además esto te lo digo con mis manos, te empiezan a dibujar circulitos por encima de tu pecho, concretamente por los pezones.

• Que maravilla, que delicadeza.

• Me encanta hacerlo cielo. Pero a ti más.

• Los tíos me los tratan a lo bestia, como si fueran pelotas anti-estrés.

• Yo no cielo, yo deseo ahora pasar mi lengua por ellos, dejarlos duritos, que crezcan tus pezones en mi boca y luego, mordisquearlos suavemente.

• No sabes como me estoy poniendo de excitada. Ojalá pudiera sentir los tuyos, además de grandes, los tienes preciosos.

• Los sentirás cielo, ahora me coloco encima de ti. Sí, así podré moverme con cierto ritmo por encima de tu cuerpo juntando nuestros pechos.

• Las siento, siento tus tetas. Que placer más inigualable, y mis piernas están chorreando a la vez que me entra un cosquilleo por todo el cuerpo que no había sentido en mi vida.

• Es normal amor, no te preocupes, pero ahora quisiera que te relajarás, quiero ir bajando poco a poco hasta llegar a tu clítoris lamiendo tu cuerpo.

• Si, si, hazlo por favor, soy tuya.

Cada vez que alguien me dice eso, me pone a mil, es como dominar los placeres de la otra persona, estar en mis manos, pero en el caso de esta chica era aún más. Me gustaba de verdad. Identifico bien a las personas por su voz y no me equivocaba con ella, era una verdadera princesa bella por dentro y por fuera.

Yo a la vez que besaba su cuerpo, no podía dejar de tocarme el clítoris, pero para estar aún más cómoda, decidí meterme un mini consolador. Es pequeñito, cabe entero, pero es muy potente y gira a toda velocidad.

• Continuo princesa, quiero cogerte de los hombros, desplazar mis manos por tus pechos, ir bajándolas, detenerme en tu ombligo y meter mi lengua en él mientras mis manos rodean tus caderas.

• Siiiii, si, sigue, me encanta- comentaba ya entre gemidos.

• Sigo cielo, y aprovecho para cogerte el culito tan bonito que debes tener.

•Si, cógemelo fuerte, que sienta la fuerza de tus manos, pégame si quieres.

•Eso depende de ti.

• Como tu quieras, como tu quieras, soy tuya.

• Date la vuelta y ponte ahora boca abajo.

• Si, claro, si, ¡ya!

• Claro que me lo voy a comer también, abre un poco las piernas porque me voy a poner en el borde de la cama estirada para llegar bien a lamer tu culito.

• Eso si que no me lo han hecho jamás. Pero es lo que más deseo ahora.

• Bien, meto un poco mis dedos empapados por los flujos, muy despacio, de momento sólo uno para dilatar, así, despacio.

• Si, así. Así si puedo. Que placer!

• Ahora me abro paso para que entre mi lengua, quiero lamerlo como una perra en celo.

• En celo debo estar yo, porque esto no es normal, estoy como loca. Siento placer pero quiero más.

• Te correrás conmigo, tenlo por seguro, pero relájate mientras lamo tu culito.

• Si, no pares, cielo, no pares, eres una diosa.

• No lo hago, es más meto un dedito un poco revoltoso y comienzo desde atrás a lamerte el coñito.

• Ah, si, eso, si.

• Que rico, que suave, que sabor, me encanta.

• Me lo cuido mucho, siempre bien rasurado. Pero ahora chorrea como nunca.

• Lo sé cielo, por eso me gusta. No pararía de lamerlo nunca.

• No pares por favor, sé que soy muy egoísta, pero te necesito ahora. Estoy a mil.

• No te fallaré. Ahora si que dos deditos van a penetrarte un poco. No tengas miedo, no es más grande que una polla.

• Si, mételos hasta el final.

• ¡Así será!

• Que placer, mejor que una polla, como los siento bien dentro.

• Ahora los saco y los meto amor, es el momento de follarte.

• Pues me queda poco, muy poco, tengo escalofríos.

• Eso es normal. Yo sigo quiero sentir como llegas al éxtasis.

• Si, y quiero que sea contigo- decía con su vocecita entrecortada.

Estaba claro que le quedaba poco, eso si que me excitaba, yo no quería quedarme sin mi orgasmo, por ello coloqué un consolador más grande. Lo introduje bien dentro de mi y me dediqué a que mi princesa viera las estrellas de placer.

• Yo también estoy ardiendo amor, pero concéntrate, te vas a correr tanto que serás una fuente de jugos que lameré con mucha pasión.

• Ya, ya, me viene, ya, yaaaaaa

• Vamos, yo sigo, mis dedos no dejan de salir y entrar, además te lo lamo, me encanta.

• No puedo parar, me corro

• Sigue amor, sigue, estoy aquí.

Durante más de un minuto largo estuvo gimiendo sin parar. Un orgasmo en toda regla. Yo también me corrí, y más con ese sonido de fondo. Lo cierto es que en pocas ocasiones había escuchado disfrutar a alguien durante tiempo.

• Si, si, siiii. SI!!!! –gritaba sin parar.

• Ven amor, deja que te bese.

• Si, abrázame, por favor.

• Claro Princesa, ven, ven que te abrace fuerte.

• ¿Sabes una cosa? Estoy contenta, y no sólo por el placer que me has dado, sino porque contigo me he sentido muy mujer, más que con nadie.

• Me alegro cielo, me alegro.

• Ahora si que ya no me comportaré como lo que soy, una lesbiana o como quieran llamarme.

• No pienses en los demás, ahora disfruta tu sola.

• Si, si, pero si no fuera por ti. Eres increíble.

• Gracias cielo.

• ¿Podremos ser las mejores amigas del mundo?

• Claro Princesa, aquí estaré siempre para ti.

• Sé que nunca encontraré a nadie tan genial como tu.

• Si lo harás.

• Bueno, tengo que ir a la ducha, ¿Lo entiendes verdad?

• Claro que si, yo voy también.

• Luego te llamo. Besos.

Yolanda llamó al día siguiente, y por supuesto lleva todo el camino de ser mi princesa particular. Esa chica es un amor además de un volcán sexual.

¿QUIERES QUE TE SUSURRE AL OÍDO UNA CHICA SEXYVOZ AHORA?

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